CUENCOS TIBETANOS Y COJINES YOGA
CUENCOS TIBETANOS
Los cuencos tibetanos se pueden atribuir tanto a un instrumento musical como a un tipo especial de campanas. Es cierto, a diferencia de este último, los cuencos no necesitan ser suspendidos y asegurados a nada. El efecto de sonido producido en el cuerpo humano y el espacio circundante también es marcadamente diferente. La canción de los cuencos está llena de armonía y energía poderosa, lo que los hace indispensables para la relajación. Al escuchar la música de los cuencos tibetanos, es mucho más fácil establecer contacto con el Cosmos.
¿Dónde y cuándo aparecieron los primeros cuencos tibetanos?
Desde la antigüedad, los cuencos cantores han sido utilizados por personas de toda Asia como instrumento musical que facilita la meditación y participa en ceremonias religiosas.
Hoy no han perdido su propósito original. Los cuencos cantores tibetanos ayudan a una persona que medita a relajarse. Son buenos para la relajación y el yoga, y también se utilizan en diversas prácticas.
Gracias a la aleación de metal única, el sonido de cantar cuencos tibetanos no se puede comparar con el sonido de ningún otro instrumento musical. Durante el uso, el recipiente propaga ondas de energía a su alrededor, lo que sin duda indica su singularidad a este respecto.
Los primeros cuencos cantores aparecieron en la región del Himalaya hace miles de años. Poco a poco, se extendieron por todo el Tíbet y la India, aparecieron en Nepal, Bután y el valle de Ladakh. Hoy en día, los cuencos cantores tibetanos son bien conocidos en muchos países del mundo, no solo por su sonido mágico, sino también por los efectos curativos y de limpieza. Los cuencos reales ahora se hacen en India, Nepal y Tibet.
Cómo se sabe cantar cuencos tibetanos en el mundo, nadie lo sabe. Hay muchas leyendas y leyendas sobre esto.
Según uno de ellos, los cuencos inventados originalmente en el Himalaya comenzaron a extenderse por todo el mundo junto con el budismo. Así terminaron en China, Tailandia y Japón. Los cuencos cantores llegaron a Europa solo en los años cincuenta del siglo pasado. Los monjes tibetanos los trajeron después de la captura del país por parte de China.
Según otra leyenda, los cuencos tibetanos que cantan deben su nacimiento al gobernante espiritual del Tíbet: el Dalai Lama. Una vez que dio la orden para la fabricación del trono, que en su forma se suponía que se parecía a una copa de canto.
La tercera leyenda es la aparición de cuencos tibetanos que se remontan a la época del chamanismo. Un día, los Espíritus se aparecieron a los lamas y les dijeron que en un futuro muy cercano nacería una fuente de gran poder en la tierra, que les daría a las personas la oportunidad de comunicarse con la mente Cósmica.
Esta fuente debe estar incorporada en un objeto en forma de copa. Y debe estar compuesto por siete elementos: hierro y plomo, estaño y cobre, plata y oro. El último elemento no fue nombrado, y durante mucho tiempo la gente intentó hacer un cuenco de seis componentes. Pero nada salió de eso: los sonidos que hizo el instrumento no tenían una propiedad curativa. Los monjes no tuvieron más remedio que apelar a los Espíritus Superiores. Enviaron lluvia de meteoritos al suelo. El mineral extraído de las piedras celestiales resultó ser el elemento que faltaba para crear un cuenco mágico.